
Los
adoquines del Pilar son unos caramelos de gran tamaño, típicos de la ciudad española de
Zaragoza, en Aragón. Los adoquines se fabrican en varios tamaños, los más pequeños son bastante más grandes que los caramelos corrientes, y los más grandes pesan
medio kilo. Ni los niños ni los adultos pueden meterse uno de estos adoquines en la boca, por lo que la mejor manera de comérselos es romperlos en trozos, con la ayuda de un martillo ya que son muy duros. O si no, lamerlos hasta que sean lo suficientemente pequeños como para que sí que quepan en la boca, tarea que puede durar bastantes días. Pero la forma de comer los adoquines es lo de menos. A los niños les encanta que se les obsequie con caramelos gigantes, sea cual sea el grado de dificultad para comerlos. Y a los adultos también les agrada recibir este original souvenir de Zaragoza.

Estos caramelos llamados adoquines del Pilar son muy fáciles de reconocer, no sólo por su tamaño, poco usual para caramelos, sino también por su envoltorio, ya que todos llevan una imagen de la Virgen del Pilar, patrona de Zaragoza y de España. Hay adoquines de varios sabores: naranja, limón, fresa, anís, y según cuál sea el sabor, cambia el color manto de la Virgen del Pilar en el envoltorio. En la parte interior del papel se pueden leer textos de coplillas y jotas aragonesas populares, normalmente con una nota de humor. El nombre adoquines les fue dado por su similitud, en un sentido exagerado, con los adoquines utilizados para empedrar las calles.
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